El texto del arquitecto francés no tiene ni el valor científico
de un Von Buch ni el elegante y comprometido apasionamiento de Vernau, pero está cargado de un ritmo seductor y
un pintoresquismo a menudo superficial, pero casi siempre
cautivador e interesante. A veces resulta grandilocuente, otras,
en cambio, consigue un efecto espléndido. «Esta naturaleza»>,
dice a propósito de las costas del norte de Tenerife, «es her
mosa en su mismo horror; me sorprende y la admiro».