"Creo que muchos críticos entienden mal mis películas; probablemente las de todos los directores. Las ven una sola vez, no recuerdan lo que vieron y escriben su crítica en una hora". Estas duras palabras, realizadas ante la mala recepción de La naranja mecánica, son demoledoras. Y lo son porque Kubrick es un perfeccionista, de ahí que prepare concienzudamente no sólo cada film, sino también cada plano, cuidándolo hasta el mínimo detalle. No le importó repetir una toma 52 veces, como en El resplandor, o el hartazgo funesto sufrido por el matrimonio Cruise en Eyes Wide Shut.