Desde la Antigüedad, marinos experimentados exploraron mares y océanos, trazaron rutas, redactaron periplos, dibujaron portulanos con los que guiar a quienes vendrían después: comerciantes, aventureros, soldados, colonos, que más de una vez no supieron manejarse bajo las estrellas o dominar los vientos y sus naves terminaron zozobrando, adornando el fondo marino con enseres de todo tipo, monedas de oro y piedras preciosas, con quillas, cuadernas, puentes y velámenes, amén de los restos humanos que no lograron vencer una tempestad o el asedio de potencias enemigas, ya fuesen armadas de guerra ode los corsarios que han vagado por la traidora planicie marina, en palabras del propio Avieno. Naufragios que, por un motivo u otro, han ido conformando un rico patrimonio cultural a lo largo de lossiglos y que ahora excavan, estudian e investigan arqueólogos submarinos, pero también historiadores y archiveros que tratan de localizar entre legajos de diversa índole cualquier información sobre el lugar en el que pudiera haberse producido un naufragio o donde un barco hubiese perdido su carga, lo que unido a las explorac