Para el señor Racine lo más importante del mundo es su tranquilidad. Su tranquilidad y las peras que cultiva en su huerto. Muchos se las querrían comprar, pero él siempre ha pensado que las cosas más importantes no deberían estar en venta.
Un mal día, ¡todas las peras desaparecen!, devoradas por una bestia muy golosa. No es un perro, ni un gato, ni un elefante. No aparece en ninguna enciclopedia científica. El señor Racine descubre que la criatura tiene un carácter dócil y juguetón, y muy pronto se hacen buenos amigos. Pero el secreto que esconde su pequeña bestia es demasiado grande para permanecer oculto...
El señor Racine nos enseña que lo más bonito en la vida no se puede comprar con dinero, que lo más raro puede ser, en realidad, precioso... y que la primera norma para ser feliz es no tomarse las cosas demasiado en serio.