Esta es la historia de un hombre que a los 11 años fue captado por la Iglesia Católica primero a través de la familia y posteriormente por individuos de la jerarquía eclesiástica, utilizando todos los medios sicológicos a su alcance con el objetivo de agregar un nuevo miembro a su organización. Fue ordenado sacerdote con la edad de 24 años dejando la institución tres años más tarde.
Por un lado, la incompatibilidad entre el Evangelio (que se han apropiado de forma impune adaptándolo a sus oscuros intereses) y la forma de vivir cotidiana por parte del clero; la cerrazón en seguir condenando y acogotando la conciencia de las personas y por otro, la ley obligatoria del celibato, fueron, entre otras, causas suficientes para abandonar la institución.
Y la Iglesia se topó conmigo es algo más que una autobiografía. Es un canto apasionado a la vida y a la libertad de pensamiento, de credo, sexual
y también un manual de instrucciones que nos enseña, a través de las extraordinarias vivencias del autor, a manejar algunas virtudes de las que todos los mortales somos poseedores, pero que a menudo quedan escondidas en algún rincón de nuestra conciencia porque no sabemos cómo usarlas. El optimismo, la paciencia, la solidaridad, la tolerancia y la capacidad de aprender de los errores son solo algunas de ellas.
Pero no deja de ser una autobiografía, así que a lo largado del relato conoceremos a un niño pizpireto y alegre que a los 11 años tuvo que renunciar a su familia y a sus amigos para ingresar en un seminario a cuenta de una rocambolesca llamada de la Iglesia católica. Casi tres lustros de absurdos métodos educativos, rancios dogmas y extrema presión emocional no pudieron con el joven sacerdote, que por su cuenta y riesgo no solo descubrió las abismales contradicciones entre el catolicismo oficial y el mensaje del Evangelio, sino que, tras una dura pugna consigo mismo, se negó a renunciar a su sexualidad.
A la hora de desnudar su vida, el autor emplea eficazmente un lenguaje coloquial para entrelazar descarnados episodios de su batalla contra una Iglesia anacrónica con desternillantes escenas de humor y pasajes que nos muestran a un hombre sencillo que supo plantarle cara a su destino.
José Miguel Izquierdo, en su día cura insumiso y rebelde, según reza el subtítulo de esta obra, es hoy padre de tres hijos, guitarrista vocacional, parrandero incorregible y osado intérprete de la palabra de Jesús de Nazaret. Por todo ello, la lectura de Y la Iglesia se topó conmigo es recomendable para creyentes que viven su fe desde una perspectiva moderna, pero también para católicos recalcitrantes que andan a la caza del demonio (ellos podrán ver en José Miguel la personificación de ese maligno que tanto les obsesiona), para agnósticos, para ateos y para todos aquellos que ven la vida como un regalo maravilloso del que debemos disfrutar con pasión y alegría.