Cuando Miguel Ángel Galindo declaraba, hace algunos años, en el periódico de Tenerife, EL DÍA, «Poco me agrada delatarme como poeta», sabíamos que detrás de aquellas palabras latía una actitud de cuestionamiento ante la realidad que abarca el sujeto como objeto poético. Con el tiempo, concretamente hace tres años, este poeta logró concluir, de entre las brumas de su producción, una obra con esa clara vocación: Poema sucio. Cierto es que de todo resultado artístico se puede extraer una poética, esto es, el modo de hacer y de decir el mundo. A veces, tantas como observadores de una obra existan. Pues bien, las notas que apuntaremos a continuación pretenden desentrañar la poética que se esconde tras el libro que presentamos bajo el título de Poema sucio (2004), de Miguel Ángel Galindo.