McEwan explora la ciencia ficción: ¿puede una máquina llegar a entender y juzgar la complejidad moral de las decisiones de un ser humano? Londres, años ochenta del siglo pasado. Pero un Londres distópico y alternativo, en el que la historia ha seguido algunos senderos diferentes. Por ejemplo, el Reino Unido ha perdido la Guerra de las Malvinas y el científico Alan Turing no se ha suicidado atormentado por las consecuencias del juicio al que fue sometido en los años cincuenta por su homosexualidad, sino que sigue vivo. No solo vivo, de hecho, sino plenamente activo, y dedicado al desarrollo de la inteligencia artificial, campo en el que ha conseguido un hito: la creación de los primeros seres humanos sintéticos, unos prototipos a los que da el nombre según su sexo de Adán y Eva. Charlie compra uno de los Adanes de la primera hornada, pensados para hacer compañía y ayudar en la casa, y con ayuda de su amante, la joven Miranda, lo programa a su gusto. Pero Miranda oculta un terrible secreto, y ese ser sintético prácticamente perfecto, sin las fisuras pero también sin los matices morales de los