No sé si confiaría mis planes al destino o a Dios. No obstante, ambos pueden ser, digámoslo de manera sutil, un tanto pérfidos. Por supuesto, el factor suerte juega un gran papel en nuestra historia, pero me cuesta creer que en esta vida nuestros actos y consecuencias se deban siempre a un factor externo.
En Los planes de Dios, la nueva novela del escritor Jon Echanove, conocemos a Richard en un momento clave de su vida donde todo comienza a desmoronarse por completo. El Brexit ha hecho que pierda todo lo que un día daba por sentado: trabajo, poder adquisitivo y, como consecuencia, también a su mujer Sarah. El único bote salvavidas al que aferrarse es su casa de Bournemouth. Una residencia de ensueño donde se veía pasando su jubilación y que, ahora, también está a punto de perder.
Haber fracasado en todos los aspectos de su vida le coloca en la más difícil de las salidas: el suicidio. Sin embargo, el mismo valor que le fatal para seguir con vida es el que le falta ahora para quitársela. Un encuentro fortuito con un exsocio le abrirá las puertas a un nuevo destino: un empleo temporal que le lleva, nada más y nada menos que a la exótica ciudad de Manila.
Será esta pirueta inesperada del destino la que le haga conocer un mundo hasta ahora desconocido. Manila se abre ante Richard como la última opción para conservar su preciada casa y poder, de algún modo, volver a ser quien era antes de que el Brexit arrasase con su vida.
Allí, en esta ciudad de contrastes que tanto tiene por ofrecer, vive Rose. Una mujer joven que sobrevive en los arrabales de la ciudad y que solo ansía encontrar un futuro mejor para ella y sus dos hijas fuera de ese ambiente asfixiante que se respira en los suburbios.
Mientras tanto, Caloy acaba de ser ascendido en la policía de Metro-Manila. Este cambio de poder, unido a su egoísmo y falta de escrúpulos, traerán consecuencias para todos. Y es que las vidas de los tres protagonistas se cruzarán irremediablemente en esta ciudad donde la tragedia se convertirá en el ingrediente principal de sus vidas. Una tragedia inevitable que sacudirá los cimientos donde creían sustentarse sus creencias y sueños. Una tragedia que se encuentra escrupulosamente trazada entre los planes de Dios.
Jon Echanove, a quien siempre es un placer leer, vuelve en esta novela a ofrecernos una técnica impoluta en el manejo de las emociones humanas. Adentrarse en Los planes de Dios como lector es una delicia para nuestros sentidos. No solo la sublime caracterización de los personajes, que ya es, per se, uno de los motivos principales por los que no podéis perderos esta novela, sino también la descripción de Manila que el autor nos ofrece en las páginas de la novela.