Entre el fin de la Segunda Guerra Mundial y la muerte de Stalin, dos hermanos son encarcelados en la Unión Soviética por irrisorias, imaginarias transgresiones políticas, y ambos acaban en el mismo campo de trabajo en Siberia. Lev, es un frágil poeta, pacífico y pacifista. El otro, el narrador sin nombre, el superviviente y protector de su hermano aunque también rival, es un endurecido veterano de guerra para quien la violencia ha sido siempre un «arma neutra». Los hermanos no han llegado al mismo tiempo a Norlag, el campo de esclavos, un lugar casi zoológico, donde los «cerdos», las «víboras», las «sanguijuelas», las «langostas» y los «comemierda» se disputan las jerarquías del horror. En el tiempo que medió entre la detención de uno y otro, Lev se ha casado con Zoya, la joven judía por la que competían, y a la que amarán toda la vida. Pero entre los barracones del campo que albergan a los esclavos, hay también una Casa de los Encuentros. Una novela magistral, donde resuenan los ecos de Conrad y Nabokov, en la que Amis construye una Rusia que se desliza hacia la nada, deslumbrante artificio literario, entre el horror gótico y la ciencia ficción, y prueba fehaciente de que sólo la literatura permite comprender el enigmático, terrible espesor de la realidad.