Una exhortación al ingenio y la imaginación se resuelve en este libro de forma muy gráfica, con una sencilla narración construida con solo dos elementos: la figura de un niño y los dibujos que realiza con su lápiz. Una línea narrativa muy clara permite al pequeño lector seguir el rastro de este personaje que va construyendo un universo a su medida, incorporando a su gusto lo que le apetece, con un pensamiento infantil. Unos potentes fondos blancos sugieren un mundo vacío pendiente de la creación imaginativa del protagonista. El rescate de este libro, publicado en los años 50 del siglo pasado, es sin duda un acierto.