Como un libro cerrado es, sobre todo, la historia de cómo se hace un escritor o, más precisamente, una escritora (la autora de novelas tan espléndidas como El sueño de Venecia o La tierra fértil). Es también la historia de cómo las cosas pequeñas, insignificantes, que a nosotros mismos en un primer momento nos pasan desapercibidas, pueden dejar una huella indeleble en nuestras vidas. Es la historia de una mujer que reencuentra en una vieja casa los objetos y los recuerdos de su niñez y su adolescencia, y cómo esos objetos le hacen ver su pasado y su presente con una mirada nueva. Es, también, la historia de antiguas fotografías en las que a veces nos reconocemos y a veces no. Éste no es un libro de ficción. ¿O tal vez sí? Es un libro de recuerdos, y ya se sabe que, cuando recordamos, en parte recuperamos el pasado y en parte lo recreamos, lo reescribimos, lo convertimos en la novela de nuestra vida. En Como un libro cerrado, Paloma Díaz-Mas recoge y recrea algunos de los episodios vividos entre su primera niñez y el inicio de la edad adulta. Momentos y detalles que, a su juicio, marcaron su labor posterior como escritora: los juegos con personajes imaginarios, las primeras lecturas, el aprendizaje de las palabras, el descubrimiento de la realidad, la educación recibida en la España del franquismo, los primeros intentos de escritura. Es una historia personal, pero también una historia en la que muchos lectores (y, sobre todo, muchas lectoras) podrán reconocerse, porque han vivido en el mismo tiempo y han compartido experiencias parecidas.